Con el paso del tiempo y las últimas tendencias sobre la apariencia y el bienestar personal, el afán de las mujeres y cada vez más de los hombres y de la cultura para ser, sentirse y verse constantemente mejores, más lindos, esbeltos y con un cuerpo armonioso, han hecho que el negocio de la estética corporal se vuelva algo muy rentable.
Sin embargo los tratamientos que se aplican no los cubren las Entidades Promotoras de Salud (EPS), la pre pagada o ninguna clase de seguro en salud. Ni están vigilados por un verdadero cirujano plástico. Por esto mismo no es raro encontrarse en cada calle de todas las ciudades de este país un “salón de estética”, o locales e instalaciones donde ofrecen “tratamientos con medicina estética”, Spa’s, “Centro de Estética”, entre otros negocios similares.
Obviamente, en ellos abundan y ofrecen cientos o miles de técnicas y recursos para bajar de peso, eliminar la celulitis, para rejuvenecer, adelgazar, “perder esos molestos kilitos o llantitas”, para quitar las estrías, para moldear el cuerpo, “lucir un cutis de porcelana”, etc. Con esta promoción empieza igualmente una serie de publicidad engañosa, como esta: “en dos semanas baje tres tallas o le devolvemos el dinero”, lo cual es improbable y difícil de comprobar.
El grave problema actual es que la gente por ignorancia cae en estas tretas, con lo cual ponen en peligro sus vidas y pierden su dinero, o lo peor, caen en manos de personas inescrupulosas –que es lo que más abunda– y se someten a tratamientos “hechizos”, aplicación de sustancias (biopolímeros), o toda una serie de materiales que irónicamente se encuentran en ferreterías, laboratorios, o en las cocinas, para agregar o quitar volumen en glúteos, labios, piernas, mejillas, o para eliminar la celulitis, para “moldear” el cuerpo, tonificar o cambiar sus facciones.
¿Por qué siempre la gente cae en estas estafas y engaños? Muy simple, ya que la gente sabe poco de política, poco de economía, finanzas, religión, futbol, en fin, agregan a esa limitación de conocimientos el saber muy poco de tratamientos en medicina, pues no es fácil. Para un médico son cinco años para conocer lo básico en medicina, y para ser cirujano plástico se necesita estudiar mínimo cuatro años más y en ocasiones hasta siete años más, ya que es una especialidad de la carrera de Medicina.
Charlatanes y profesionales sin ética ni escrúpulos abren continuamente negocios turbios para enriquecerse de la noche a la mañana aprovechando ciertos caprichos, vanidades e inseguridades de las personas, e inventan terminajos técnicos, palabras presuntamente científicas o pretendidamente sofisticadas como “viento cálido”, “Liposlim”, etc., con los cuales atraen a toda una amplia gama de ingenuos, obesos, vanidosas o seres minusvalorados, para vender tratamientos que “no fallan”, o con los cuales “se verán los resultados en tres semanas… garantizado”.
Se piensa que el “tratamiento con láser” o cualquier otro término basado fraudulentamente en características médicas, e inusual para los “pacientes”, es lo mejor para solucionar problemas anatómicos o defectos físicos. También se recurre a utilizar palabras en inglés para impresionar o proporcionar la seriedad científica de la que carecen esos tratamientos y esos comerciantes de la salud.
El método infalible es anteponer esos términos en la denominación del tratamiento, por ejemplo, en la realización de cirugías de la nariz: “Septo rinoplastia laser”, o abdomen: “Abdominoplastia laser”, “lipolisis laser”, y una cantidad de términos metacientíficos para, en la mayoría de los casos, impresionar incautos.
Pero la culpa no es solo de la gente inescrupulosa y poco o nada profesional que lleva a cabo estos negocios o realiza estos procedimientos, sino también se involucran las empresas fabricantes de aparatos ejercitadores que lanzan al mercado sus equipos “con los más novedosos avances tecnológicos” y alardean que son la última maravilla “para tener un cuerpo envidiable”.
El método es entrenar durante un fin de semana a personas sin ninguna preparación médica ni científica, para luego presentarlos en diferentes ciudades como “expertos”, vendiendo así el aparato como lo último y lo mejor para “moldear la anatomía”, haciendo publicidad exagerada y dando la impresión de que el que no usa ese aparato no desarrolla el potencial de su físico.
Al paso del tiempo se demuestra que no es eficaz, que tiene más riesgos y más porcentajes de complicaciones para el organismo, y cae en desuso, como ha pasado con muchas tecnologías de ese tipo desarrolladas en los últimos años.
Por estas razones les reitero y recalco que es la educación, la formación, la experiencia y la habilidad del cirujano plástico en el manejo del dispositivo de liposucción o del aparato para el tratamiento deseado, lo que hará la mayor diferencia en el resultado y la seguridad. La mayoría de las veces lo más nuevo o de mejor tecnología no siempre es lo adecuado, o puede ser bueno, pero si no es un cirujano plástico certificado quien lo recomienda, puede llegar a ser dañino al organismo.
Es necesario empezar a educar a la gente, que busquen siempre un cirujano plástico certificado, que exijan ver el diploma que lo acredite como tal, y hacer entender que por lo general “lo barato sale caro”.
No arriesguen su vida, cuiden y protejan sus cuerpos, no busquen cirujanos o tratamientos por el precio, apariencia o propaganda, se deben buscar por seguridad, confianza, idoneidad y responsabilidad.
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¡No te dejes engañar!, ¡no te dejes meter los dedos en la boca!