El cuerpo humano posee una belleza particular por sí solo que nunca debemos ignorar. Además, es importante entender que los cánones de belleza nunca son inamovibles, pues a lo largo de la historia, distintas sociedades y civilizaciones han tomado caracteres totalmente distintos para considerar cuál es un cuerpo bello o no.
Por ejemplo, mientras que en la Europa renacentista, las mujeres con abdomen abultado, caderas anchas y senos prominentes eran del gusto del género masculino, en China, las mujeres delgadas eran las que parecían más atractivas.
Puede decirse que nuestra anatomía comenzó a ser valorada a través de puntos estéticos gracias a la civilización griega, quienes gustaban de cuerpos casi esculpidos de manera perfecta. No es extraño que el atletismo y varias disciplinas de los juegos olímpicos hayan sido creados en la cuna de esta civilización. La adoración por un cuerpo humano estético es tal, que los griegos eligieron una forma completamente humana para representar a cada uno de sus dioses, a diferencia de otras civilizaciones de ese mismo periodo histórico, que se inclinaban por representaciones antropomórficas o zoomórficas.
Gracias a una serie de estudios historiográficos, se ha podido crear una historia de la cirugía estética, que en primera instancia, tenía una inclinación a la reconstrucción y curación de lesiones. Por ejemplo, se tiene registro de algunas indicaciones antiguas en el Papiro de Edwin Smith, originario en Egipto, con indicaciones de reconstrucción para la nariz. Recordemos que los egipcios fueron grandes promotores de la perfección anatómica (de manera paralela a los griegos) por lo que no es raro que se hayan iniciado en este tipo de prácticas.
También se tienen noticias de un médico italiano, llamado Gasparo Tagliacozzi, quien había registrado el uso de trozos de piel injertados para la reconstrucción también, de las fosas nasales. Esto apenas en 1599.
El gran auge de la cirugía estética con fines reconstructivos llegó durante la Segunda Guerra Mundial, época en donde las heridas de los combatientes y los civiles involucrados eran mucho más difíciles de tratar, debido a la avanzada tecnología armamentística que se estaba poniendo en prueba en ese tiempo. Esto dejaba como resultado, secuelas físicas muy difíciles de disimular, pero más allá de eso, en algunos casos eran tan graves que afectaban directamente en la calidad de vida de las personas. Así, se tuvieron que abrir diversos centros de reconstrucción facial tanto en Europa como en América.
Conforme fueron pasando los años, la investigación constante logró la creación de la cirugía plástica, pero ahora con fines cosméticos, que no por ser urgentes dejan de ser vitales para las personas. Se han dado muchos casos en que el ánimo de las personas aumenta considerablemente cuando son sometidas a una operación que les permite tener una apariencia mucho más agradable, no tanto para los demás, sino para ellos mismos.
Ya hemos hablado que el concepto de belleza está formado por elementos sociales o culturales. Es decir, mientras unos prefieren a alguien de piel morena otros preferirán a las personas con semblantes más pálidos. Es importante entender que ninguno de estos juicios de valor estético son mejores que los otros, sino que obedecen a la diversidad de nuestra naturaleza. Sin embargo, los elementos necesarios para formar un concepto de belleza o estética surgen a partir de elementos biológicos que son dados a través de la herencia genética que nuestros padres nos hacen llegar durante el proceso de concepción.
Esto ha permitido que la ciencia médica pueda crear una especialidad que nos permita modificar algunos de estos rasgos exteriores para poder tener una apariencia que nos tenga más contentos, y es lo que actualmente conocemos como cirugía estética. Esta disciplina sigue conservando su naturaleza resolutiva para atender desfiguraciones a causas de un accidente o de una enfermedad particular, pero también se ocupa de personas completamente sanas que quieren hacer un cambio radical de vida.
Sin embargo, aunque no es necesario estar lesionado o haber estado enfermo para solucionar un problema a través de la cirugía plástica, sí es importante que busquemos ser atendidos por un profesional en el área. Debido a la gran demanda por este tipo de intervenciones quirúrgicas, los charlatanes han visto en ella una oportunidad para hacer sus negocios a costa de la seguridad de las personas. Recuerde que muchas veces, lo barato sale más caro. Siempre tome en cuenta la carrera, experiencia y preparación de los médicos que vayan a atenderlo, pues está entregando a ellos, su integridad física.
En el caso de asistir a la consulta del Doctor Felipe Castro Esguerra, tendrá la seguridad de encontrarse en las manos de un especialista íntegro en su ética de trabajo y altamente preparado para atender cualquier tipo de cirugía estética. El Doctor Castro Esguerra puede atender casos de mamoplastia (cirugia de senos) abdominoplastia, lipoescultura, rinoplastia, entre otros.
La clínica le ofrece un servicio integral dedicado al cuidado del cuerpo, no sólo a nivel visual sino también nutricional, lo que garantizará una mejor calidad de vida para cada uno de sus pacientes. Es decir, no sólo puede ser intervenido quirúrgicamente, sino recibir atención nutrimental lo que le permitirá tener una alimentación saludable y la atención dermatológica para atender algunas afecciones recurrentes de la piel.
En nuestra página web va a tener oportunidad de navegar y conocer la trayectoria profesional del Doctor Castro Esguerra y al mismo tiempo recibir información de primera mano sobre cirugía plástica, recomendaciones preoperatorias y postoperatorias, así como varios contenidos de interés relacionados con el tema. También puede recibir testimonios de primera mano, provistos por los clientes que hemos tenido la oportunidad de atender y que son testigos de los valores médicos de esta clínica.
Recuerde que la cirugía estética busca resolver problemas físicos para crear satisfacción personal, y para crear una vida en donde usted se sienta más cómodo dentro de su propia piel, pero manteniéndolo sano y conectado con sus sentidos.