Actualmente en todas las ciudades, pueblos y municipios de este país, y en el mundo entero, está en pleno auge la llamada Medicina estética, encargada de tratar y mejorar el físico de las personas. En todas las páginas de internet y de redes sociales (Facebook, groupon, cuponatica, quebarato, etc.) se ofrecen descuentos en productos y procedimientos “milagrosos” que supuestamente “te dejarán como nueva”, o que “perderás 10 kilos en un mes”, y que además son tratamientos “sin dolor”, con los cuales cualquier persona puede ser transformada corporalmente de “la mejor forma posible y con efectos sorprendentes”.
Todo ello ilustrado con imágenes de personas rubias, esbeltas, sonrientes y con aspectos de satisfacción completa, quienes ya habrían probado los productos o experimentado los tratamientos y dan testimonios fehacientes muy positivos de ello.
Abundan actualmente infinidad de abiertas charlatanerías que desacreditan la cirugía plástica.
Con publicidad engañosa, gastadas estrategias comerciales hechas solo para que usted y muchas más personas caigan en manos de esos comerciantes de la salud, está todo pensado para esquilmarlos de manera irresponsable, abusando de los afanes de jóvenes y viejos por mejorar sus aspectos personales dado el bombardeo constante en los medios sobre la “necesidad” de “verse bien”, sin importar ya herencia genética ni características propias anatómicas.
Las personas tienen todo el derecho a mejorar su imagen, ya sea primeramente por cuestiones de salud, dada la gran cantidad de males y enfermedades que propicia el descuido y abandono corporal y que repercuten en daños cardiacos, por ejemplo, pues la obesidad y la diabetes –por solo mencionar dos males generalizados– ya representan graves problemas de salud en todas las naciones. Pero por otra parte, cuidar la presentación y el aspecto personal también son derechos de las personas, jóvenes, adultos y adultos mayores, ya que en este mundo de competencias en todos los sectores, el cuidado personal representa un elemento de seguridad para desenvolverse en sociedad o en el ámbito laboral. Para ello sirve la cirugía plástica.
Pero preocuparse por cuidar la imagen personal y la salud y estética corporal no significa ponerse en manos de comerciantes o empresas de productos fantasiosos o negociantes irresponsables.
En todo el mundo han brotado empresas, individuos, negocios o despachos que utilizan abusivamente marañas de palabras impactantes y términos médicos que hacen pasar por científicos, y que se hallan totalmente desacreditados debido a su ambición por el dinero fácil que consiguen con negocios fraudulentos.
Es característico que esos comerciantes y empresas ofrezcan sus “servicios” a costos muy bajos para hacerlos accesibles a la gente que los requiere y demanda. Ya como pacientes, a quienes convierten en clientes debido a que los hacen a su vez dependientes de los “tratamientos”, les empiezan a cobrar constantemente las “consultas” y los “productos milagro” mientras extienden durante meses o años los “servicios”.
Es un comercio vil con la salud y que no se halla regulado ni vigilado convenientemente por las autoridades respectivas, a las que en muchos casos sobornan. Los profesionales de la cirugía plástica se hallan preocupados.
Hay que tomar en cuenta siempre que la mayoría de esos negocios que ofertan sus servicios o especialidades a bajos costos, y por cuanto a asuntos de tratamientos de cirugía plástica, aquí y en cualquier parte del mundo “lo barato sale caro”. Además hay que agregar que generalmente el respeto estricto a las normas de seguridad y salubridad en esa especialidad, es discutible. Es una normatividad no respetada.
Igualmente y respecto a detalles como la asepsia y antisepsia, o limpieza y desinfección de los instrumentales quirúrgicos con que trabajan esos negocios, la regulación ante la Secretaría de Salud y la preparación de los médicos –si es que son médicos, que por lo general no lo son–, son puestos constantemente en duda, y seguramente son proporcionales en calidad a su bajo costo y escasa responsabilidad profesional.
Bajo costo en el servicio significa, casi siempre e invariablemente, baja calidad en el ofrecimiento y ejecución de ese servicio; es la fórmula de este mercado de la salud.
Pero para todo existen soluciones, y en este caso a usted con un e-mail puede salvar la vida, o le pueden ayudar a tomar profesionalmente una buena decisión, o aconsejarle qué medidas hay que tomar. Un simple correo electrónico le puede ahorrar muchos dolores de cabeza y obviamente mucho dinero.
Estoy seguro que cualquier Cirujano Plástico Certificado, y que pertenezca a la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, estará dispuesto a responder un correo electrónico para aconsejar y direccionar cualquier problemática sobre cuestiones de estética corporal y tratamientos médicos, pues este flagelo que ya representa la gente inescrupulosa y que manejan esos métodos “milagrosos” y económicos, no solo afectan el buen nombre de la cirugía Plástica, sino el de una gran y considerable cantidad de mujeres, hombres y personas interesadas, quienes al tratar simplemente en mejorar su apariencia, han quedado en muchos casos con secuelas físicas irreversibles.
Si usted ha sido afectado o afectada por estas personas pidan inmediatamente una valoración con un cirujano plástico, créanme que es preferible pagar el costo de una consulta ahora, que después afrontar y pagar los graves efectos negativos que implican las deformidades o los daños físicos y sicológicos causados por los procedimientos y “doctores” carentes de profesionalismo y seriedad.